20.11.06

Los sueños flexibles se consiguen

Esta es la historia de la niña peonza, que quería volar pero tenía las hélices rotas. Por eso la llamaban peonza, porque quería volar como los helicópteros pero lo único que conseguía era girar y girar sin poder separar ni un centímetro sus piececillos del suelo. Si pudiera dibujarla le pondría un sombrero de colores con aspas, pero como no puedo, la niña se queda sin aspas. Sin aspas y sin hélices, triste en el suelo y sin poder volar. Si fuera un genio con mi lámpara le regalaría unas alas, y le guardaría los tres deseos para que las decorara a su gusto, les diera color y le pusiera plumas de todos los tamaños. Pero como no lo soy, le cambiaré las alas por aletas, el sombrero por un gorro, y sus gafas de piloto por unas de agua para lanzarla al agua y que vuele por el mar.

13.11.06

La solución está en mis manos, pero las abro tanto para que quepa más, que acaba por perderse entre mis dedos.
Entonces me quedo de pie, paralizada, sin saber qué hacer, ni qué pensar, ni qué decir...
Me escondo detrás de mis lágrimas, haciéndome tan pequeña que quepo trás una de ellas.
Pero siempre hay alguien que me ve y que me saca de ellas.
Aún así, sigo de pie, paralizada, sin saber qué hacer, ni qué decir...

6.11.06

Cuando no sabe qué decir, se limita a llevar la contraria. Para eso no hace falta pensar, ni razonar, ni por tanto ser inteligente. Sólo hay que tener la habilidad de dar la vuelta a las palabras y decir lo mismo pero al revés. A veces es tan simple como poner un NO delante. Otras, hay que abstraer un poco más el asunto y decir que “eso” en general no me gusta (hay que añadir que esto no supera en mucho la dificultad de la opción anterior). Lo difícil es razonarlo de forma convincente. Y ya es la repera el conseguir hacer cambiar de opinión al adversario. Pero yo me conformo con crear la duda y hacer que el otro se plantee que, quizás, su razonamiento no sea el acertado. Además, creo que esto es más valioso que lograr el cambio radical, porque de la duda viene la discusión, y de la discusión una nueva concepción.

5.11.06

Consejos de Martin Seligman

Unos minutos de amor a la semana

Despedida: 2 minutos, 5 días a la semana
Reunión nocturna: 20 minutos, 5 días a la semana
Cita semanal a solas: 120 minutos, 1 día a la semana
Muestras de admiración y cariño: 5 minutos, 7 días a la semana
Buenas noches: 1 minuto, 7 días a la semana

Total: 322 minutos de afecto manifiesto a la semana; suficientes para que no se apague la llama.

(¿Qué pasa? estoy ñoña, ¿alguna pega? shhhh!!!!)